El número de divorcios y de separaciones ha dejado de aumentar en los últimos años. Probablemente, como consecuencia de la crisis económica, las rupturas matrimoniales han descendido un 10,7 por ciento en el año 2009, respecto a 2008. De esta manera, continúa la disminución de las rupturas matrimoniales iniciada en 2007. Concretamente, los divorcios han disminuído un 10,6 por ciento y las separaciones un 12,3 por ciento, lo que da como resultado que la duración media de los matrimonios disueltos en España alcance los 15 años y medio.
Por el bien de tus hijos
Está comprobado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos, que cuando deciden vivir separados. Los niños quieren sentir que sus padres son felices. Es importante considerar que, al tomar la decisión de separarse, se analice primero la relación con los hijos, los cambios que éstos pueden sufrir y, sobre todo, que su decisión no afecte ni comprometa a las necesidades básicas de los niños. Los hijos en común continuarán necesitando de cariño, cuidados, atención, apoyo y comprensión.
Los hijos son lo primero
Aunque separados, la pareja jamás dejará de ser padres para sus hijos. No se puede olvidar que los niños tienen derechos y necesidades básicas como la alimentación, el alojamiento, el cuidado de su salud, la educación y el vestir. Cumplir con las necesidades básicas de manutención para los niños es fundamental para su desarrollo.
Por otra parte, los niños sólo se sentirán seguros si existe un clima de confianza, respeto y afecto entre sus padres. Considerando estos derechos de los niños, los padres deberían ofrecer una educación basada en valores como el optimismo, la responsabilidad y la familia, brindando a sus hijos una convivencia civilizada, integradora y social.
Al mismo tiempo, los padres separadados, cada uno desde su sitio, deben seguir observando el comportamiento de sus hijos y facilitarles su compañía, no solo durante las visitas establecidas.
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